Confesamos ante todo nuestra identidad y nuestra mision. No creemos en el dios de la ley o del poder, o del culto, sino en el Dios de la Misericordia, en el Dios de los indefensos y vulnerables, en el Dios de los excluidos y crucificados, en el Dios del Amor tal como se manifest� en nuestro Se�or Jesucristo. Nos interpela el desgarro de las pobrezas de nuestra tierra. La degradaci�n de los drogadictos. La desesperanza de los encarcelados, la falta de oportunidades para las mujeres, la falta de integraci�n para los gitanos e inmigrantes, la soledad de los ancianos , el mundo rural...
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